Maridaje, Varios

martes, 19 de julio de 2016

Ana de Mendoza y de la Cerda. Princesa de Éboli


Cuando el 2 de febrero de 1592  fallece, en su palacio de Pastrana, doña Ana Mendoza y de la Cerda, con solo el acompañamiento  de su hija menor, Ana y algunos, escasos sirvientes,  se cierra una biografía de un personaje apasionante y complicado.
Hay abundantes testimonios escritos sobre los asuntos que tuvieron relación con la Princesa de Éboli pero de sus más íntimos y apasionados devenires, de sus recuerdos personales, tenemos bastantes menos noticias.


Este último aspecto ha permitido  que la figura de Ana de Mendoza haya servido para multitud de especulaciones, historias y leyendas. Su relación con Felipe II, que pasó de una gran intimidad a perseguirla con saña los últimos años de su existencia, sobre todo, tras la evasión de Antonio López que entronca con la Leyenda Negra que ha acompañado la figura del Rey hasta nuestros días.
Ya en 1584, en un manuscrito veneciano, se afirma que el hijo primogénito de la Princesa, don Diego de Silva y Mendoza, nacido en 1562 y heredero del título de Duque de Pastrana era, en realidad hijo del monarca.
Los amoríos y la leyenda de la Princesa sirven de pretexto para escritos, poemas y especulaciones. En el SXVIII, Schiller recrea la historia  de Ana de Mendoza como personaje en su obra “Don Carlos”.
Lope de Vega, en la “Estrella de Sevilla”, esconde bajo los nombres y trajes de personajes  de la época del rey castellano Sancho IV, el Bravo, a personas y episodios vividos en la de Felipe II.
En el SXX, Kate O’Brien, utiliza para su obra “That Lady” la figura de doña Ana y recientemente Almudena de Arteaga también ha novelado su vida.
Ana de Mendoza y de la Cerda nace en Cifuentes (Guadalajara) y fue bautizada el 29 de Junio de 1540. Sabemos muy poco de sus primeros años. Se especula con la pérdida de un ojo debido a sus juegos infantiles de esgrima. Este accidente, real o ficticio le confirió a la princesa su particular aspecto dado que habitualmente en los retratos que tratan de representarla aparece con un parche en el ojo derecho.
A la edad de trece años, se compromete en matrimonio con Ruy Gómez de Silva personaje de la corte e íntimo de Felipe II. El marido doblaba en edad a la Princesa y el matrimonio no se consumó hasta varios años más tarde.
Su vida conyugal transcurrió casi siempre en Pastrana, villa que había adquirido la abuela de la Princesa, doña Ana de la Cerda, primera condesa de Mélito, al emperador Carlos I.
Ruy, que recibió de Felipe II el título de Duque de Pastrana y anteriormente el de Príncipe de Éboli, se identificó con el lugar de residencia. Promovió la construcción de edificios, industrias, textil, de sedas, rasos, lonas y tapices y  nuevos métodos de cultivo. Incorporó nuevos vecinos, ejemplo fueron los moriscos expulsados de las Alpujarras. Junto a doña Ana, atrajo obras piadosas y fundaciones, la más conocida de estas la de los Carmelitas Reformados, monjas y frailes de Teresa de Ávila.

De su matrimonio, engendró diez hijos, de los cuales seis sobrevivieron. A la edad de treinta años doña Ana enviudó y pretendió ingresar como monja  en el convento de las Carmelitas, creándose entre ella y las monjas varios incidentes y tensiones en las que también se vio involucrada Teresa de Ávila .Al final, las monjas huyeron de Pastrana siendo sustituidas por monjas Concepcionistas a las que, sin embargo, la Princesa siguió ayudando.
Poco después fallecen sus padres y doña Ana de Mendoza se convierte en una de las mujeres más acaudaladas del Reino.
Probablemente, a partir de este momento,  las órdenes de Felipe II la obligaron a residir en la corte de Madrid. Comienza un periodo en la vida de la Princesa que le acabará llevando a su  ruina personal.
Su relación con Antonio Pérez, todopoderoso mano derecha de Felipe II y su implicación, nunca del todo aclarada,  en el asesinato de Juan  de Escobedo, secretario de Don Juan de Austria, dirigieron hacia ella, las inquinas de poderosos personajes de la Corte.
De resultas de un proceso que se abrió en ese momento y en el que doña Ana no escatimaría,  a través de sus cartas al soberano, críticas a este y a varios personajes de la Administración y de la nobleza, fue encarcelada, primero en Pinto, luego en Santorcaz y más tarde, cuando su salud se deterioró gravemente, en su casa ducal de Pastrana. Paralelamente, Antonio López, después de varias peripecias, logró evadirse, primero a Francia y más tarde a Inglaterra y alimentando paralelamente parte de los argumentos que se  reflejaran en la llamada Leyenda Negra.
A partir de su fallecimiento, doña Ana se convierte, amén del personaje histórico que ya era, en un mito, en una imagen, una idea, un símbolo de mujer.

Bibliografía.-

Las razones del Rey .Alfredo Villaverde
La Princesa de Éboli, una guía para conocerla (Aache, Guadalajara 2000)
Nacho Ares. Éboli: Secretos de la vida de Ana de Mendoza. Editorial Algaba. 2005.
- Helen Nader. Power and gender in renaissance Spain: eight women of the Mendoza family. 1450 – 1650. Editorial European Press Service. 2004.
- Esther Alegre Carvajal. Damas de la Casa Mendoza: Historias, leyendas y olvidos. Editorial Polifemo. 2014.
- Manuel Fernández Álvarez. La princesa de Éboli. Editorial Espasa. 2009.
Esther Alegre Carvajal El encuentro y la ruptura entre Teresa de Jesús y la Princesa de Éboli: ¿Una cuestión de enfrentamiento personal o un asunto de estrategia política? UNED
(http://www.ehumanista.ucsb.edu/volumes/volume_24/Regular/ehum24.alegre.pdf)
- Mujeres en la Historia: La princesa de Éboli http://www.rtve.es/alacarta/videos/mujeres-en-la-historia/mujeres-historia-princesa-eboli/513005/
- Web de Nacho Ares: princesadeeboli.com

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