
Hay abundantes testimonios escritos
sobre los asuntos que tuvieron relación con la Princesa de Éboli pero de sus
más íntimos y apasionados devenires, de sus recuerdos personales, tenemos bastantes
menos noticias.
Este último aspecto ha permitido que la figura de Ana de Mendoza haya servido para multitud de especulaciones, historias y leyendas. Su relación con Felipe II, que pasó de una gran intimidad a perseguirla con saña los últimos años de su existencia, sobre todo, tras la evasión de Antonio López que entronca con la Leyenda Negra que ha acompañado la figura del Rey hasta nuestros días.
Ya en 1584, en un manuscrito
veneciano, se afirma que el hijo primogénito de la Princesa, don Diego de Silva
y Mendoza, nacido en 1562 y heredero del título de Duque de Pastrana era, en
realidad hijo del monarca.
Los amoríos y la leyenda de la
Princesa sirven de pretexto para escritos, poemas y especulaciones. En el
SXVIII, Schiller recrea la historia de Ana
de Mendoza como personaje en su obra “Don Carlos”.
Lope de Vega, en la “Estrella de
Sevilla”, esconde bajo los nombres y trajes de personajes de la época del rey castellano Sancho IV, el
Bravo, a personas y episodios vividos en la de Felipe II.
En el SXX, Kate O’Brien, utiliza
para su obra “That Lady” la figura de doña Ana y recientemente Almudena de
Arteaga también ha novelado su vida.
Ana de Mendoza y de la Cerda nace
en Cifuentes (Guadalajara) y fue bautizada el 29 de Junio de 1540. Sabemos muy
poco de sus primeros años. Se especula con la pérdida de un ojo debido a sus
juegos infantiles de esgrima. Este accidente, real o ficticio le confirió a la
princesa su particular aspecto dado que habitualmente en los retratos que
tratan de representarla aparece con un parche en el ojo derecho.
A la edad de trece años, se
compromete en matrimonio con Ruy Gómez de Silva personaje de la corte e íntimo
de Felipe II. El marido doblaba en edad a la Princesa y el matrimonio no se
consumó hasta varios años más tarde.
Su vida conyugal transcurrió casi
siempre en Pastrana, villa que había adquirido la abuela de la Princesa, doña
Ana de la Cerda, primera condesa de Mélito, al emperador Carlos I.
Ruy, que recibió de Felipe II el
título de Duque de Pastrana y anteriormente el de Príncipe de Éboli, se
identificó con el lugar de residencia. Promovió la construcción de edificios, industrias,
textil, de sedas, rasos, lonas y tapices y nuevos métodos de cultivo. Incorporó nuevos
vecinos, ejemplo fueron los moriscos expulsados de las Alpujarras. Junto a doña
Ana, atrajo obras piadosas y fundaciones, la más conocida de estas la de los
Carmelitas Reformados, monjas y frailes de Teresa de Ávila.
De su matrimonio, engendró diez
hijos, de los cuales seis sobrevivieron. A la edad de treinta años doña Ana
enviudó y pretendió ingresar como monja
en el convento de las Carmelitas, creándose entre ella y las monjas
varios incidentes y tensiones en las que también se vio involucrada Teresa de Ávila
.Al final, las monjas huyeron de Pastrana siendo sustituidas por monjas Concepcionistas
a las que, sin embargo, la Princesa siguió ayudando.
Poco después fallecen sus padres y
doña Ana de Mendoza se convierte en una de las mujeres más acaudaladas del
Reino.
Probablemente, a partir de este
momento, las órdenes de Felipe II la
obligaron a residir en la corte de Madrid. Comienza un periodo en la vida de la
Princesa que le acabará llevando a su ruina personal.
Su relación con Antonio Pérez,
todopoderoso mano derecha de Felipe II y su implicación, nunca del todo
aclarada, en el asesinato de Juan de Escobedo, secretario de Don Juan de
Austria, dirigieron hacia ella, las inquinas de poderosos personajes de la
Corte.
De resultas de un proceso que se
abrió en ese momento y en el que doña Ana no escatimaría, a través de sus cartas al soberano, críticas a
este y a varios personajes de la Administración y de la nobleza, fue
encarcelada, primero en Pinto, luego en Santorcaz y más tarde, cuando su salud
se deterioró gravemente, en su casa ducal de Pastrana. Paralelamente, Antonio
López, después de varias peripecias, logró evadirse, primero a Francia y más
tarde a Inglaterra y alimentando paralelamente parte de los argumentos que
se reflejaran en la llamada Leyenda
Negra.
A partir de su fallecimiento, doña
Ana se convierte, amén del personaje histórico que ya era, en un mito, en una
imagen, una idea, un símbolo de mujer.
Bibliografía.-
Las razones del Rey .Alfredo
Villaverde
La Princesa de Éboli, una guía para
conocerla (Aache, Guadalajara 2000)
Nacho Ares. Éboli: Secretos de la vida de Ana de Mendoza. Editorial Algaba. 2005.
- Helen
Nader. Power and gender in renaissance Spain: eight women of the Mendoza
family. 1450 – 1650. Editorial European Press Service. 2004.
- Esther Alegre Carvajal. Damas de la Casa Mendoza:
Historias, leyendas y olvidos. Editorial Polifemo. 2014.
- Manuel Fernández Álvarez. La princesa de Éboli. Editorial
Espasa. 2009.
Esther Alegre Carvajal El encuentro y la ruptura entre
Teresa de Jesús y la Princesa de Éboli: ¿Una cuestión de enfrentamiento
personal o un asunto de estrategia política? UNED
(http://www.ehumanista.ucsb.edu/volumes/volume_24/Regular/ehum24.alegre.pdf)
- Mujeres en la Historia: La princesa de Éboli
http://www.rtve.es/alacarta/videos/mujeres-en-la-historia/mujeres-historia-princesa-eboli/513005/
- Web de Nacho Ares: princesadeeboli.com
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